Clase Nº1
Historia de la anestesiologia
Ya desde la antigüedad, en tiempos de Hipócrates y Galeno se dieron los primeros
pasos en la lucha contra el dolor con el uso de las esponjas soporíferas. Este sistema
consistía en la combinación de mandrágora, beleño y opio. La mandrágora fue usada por
muchos pueblos antiguos, incluso se cree que 200 años antes de Cristo era usada como
anodina por los babilonios. El beleño es un narcótico suave, de la familia de la belladona,
su representante actual es la escopolamina, la cual se mezclaba con morfina para producir
el “sueño crepuscular”.
El alcohol no se sabe cómo ni cuándo se descubrió, ni cuándo se comenzó a utilizar
como medicamento contra el dolor. El éter y el cloroformo son productos del
alcohol.
El opio se usó desde la época anterior a Cristo. De hecho la tintura de opio (láudano) mezclada con whisky se usó durante mucho
tiempo para preparar al paciente para cirugía.
El cáñamo (marihuana), también fue otra arma contra el dolor desde antes de
Cristo, y, al parecer, se le ofreció a Éste en la cruz.
Todos estos métodos comenzaron a
caer en desuso a partir del siglo XV, debido
a la influencia religiosa de la Inquisición. Se
hizo una persecución de todas las personas
que ejercieran la brujería, la magia negra
o rindieran culto al diablo.
Otros métodos, menos elegantes,
deben también ser mencionados acá, ya
que el hombre en medio de la desesperación
por combatir el dolor los usó en más de
una ocasión. Uno era apretarle
el cuello al paciente hasta que éste perdiera
el sentido, produciendo anestesia por
hipoxia cerebral; método muy usado
en Italia hasta el siglo XVII. También
se recurrió a la contusión cerebral,
golpeando al paciente en la cabeza con un
trozo de madera. Por último se menciona
la compresión o sección de raíces nerviosas,
muy utilizada para amputaciones, método
usado por un cirujano inglés (John Hunter)
en el siglo XVIII. Igualmente se ensayó
la aplicación del frío como medio de
conseguir anestesia.
Realmente la historia de la anestesia
como verdadera ciencia en el sentido
estricto de la palabra, se inició con los
adelantos de la química, especialmente
con el descubrimiento de algunos gases
en estado puro.
En Inglaterra el reverendo Josef
Priestley, descubrió el oxígeno en 1771.
Un año después, 1772, descubrió el óxido nitroso. Previamente había
sido identificado el hidrógeno por
Josef Black en 1751. Igualmente
interesante fue el descubrimiento del
nitrógeno por Daniel Rutherford y el
aislamiento del dióxido de carbono por
Joseph Black (1782).
A raíz de estos descubrimientos se
fundó en 1789 el Instituto de Medicina
Neumática de Clifton, Inglaterra, dirigido
por el doctor Thomas Beddoes. En 1799
se hizo cargo de éste Humpry Davy, con
el propósito de investigar con el dióxido
de carbono y el óxido nitroso. Describió
claramente los efectos del óxido nitroso.
El, en 1795 con 17 años de edad lo
inhaló, describiendo una sensación de
mareo, relajación muscular, audición
más aguda y se sintió tan alegre que rió
largamente, por lo cual se le denominó “gas
hilarante”.
El siguiente evento importante es el
aislamiento de la morfina a partir del opio
por F.W. Saturner en 1806. En 1807
aparece la anestesia por refrigeración.
Años más tarde, en 1824, un médico
inglés, Henry Hill Hickmann (1800-30), empezó a experimentar con
animales en una campana que contenía gas
carbónico y obtuvo anestesia en micos y
perros para procedimientos quirúrgicos.
Cuando quiso reproducir sus resultados
en seres humanos fue desautorizado y
desanimado por sus colegas, quienes lo tacharon de loco. Hacia 1842 surge el nombre de un
boticario y médico norteamericano, el
doctor Crawford W. Long (1815-1878). El doctor Long, haciendo
inhalar éter a un amigo suyo quien sufría
de dos tumores en la nuca, lo operó
exitosamente el 30 de marzo de 1842. Luego el médico E.R.
Smilie quien en la primavera de 1844
utilizó con éxito la mezcla de opio y éter
para el drenaje de un absceso.
Por fin aparecen los nombres de
dos grandes hombres que introdujeron
un cambio en el rumbo de la historia de
la anestesiología. Son ellos los doctores
Horace Wells y William Morton.
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En
diciembre de 1844 Wells presenció un
espectáculo público, en el cual un químico
de apellido Colton demostraba los efectos
hilarantes que producía la inhalación de
óxido nitroso.
Por esos mismos días y atraído por
la idea de Colton, Wells, bajo el efecto del óxido nitroso, se hace extraer una pieza
dentaria de su colega el doctor Riggs.
Wells continuó experimentando con
el óxido nitroso en sus pacientes, hasta que
es invitado por un cirujano, el profesor
Warren, para realizar una demostración
en el Hospital General de Massachusetts
en Boston. El 15 de enero de 1845 y
ante un nutrido público, Horace Wells
se dispone a hacer inhalar óxido nitroso
a su paciente. Cuando se preparaba para
empezar a extraer una muela al paciente,
éste comienza a dar gritos desesperados.
Horace Wells ha fracasado y es considerado
un farsante y mentiroso. Wells se entrega
por completo al alcohol, volviéndose luego
adicto al éter y se suicida el 21 de enero de
1848 en una cárcel de Nueva York.
Luego de la derrota de su colega,
Morton empieza a investigar con éter
en perros, en sus amigos y en sí mismo.
Tuvo la oportunidad de poner a prueba
su método con un paciente que acudió
a su consultorio por un terrible dolor de
muelas. Le hizo inhalar éter y cuando
estuvo suficientemente profundo le realizó
la extracción sin que esto le produjera
dolor.
De aquí en adelante se dedicó a
diseñar su pequeño aparato de anestesia. Cuando ya estuvo
listo le solicitó autorización al profesor
Warren para realizar una demostración de
su método en el anfiteatro de la escuela de
medicina de Harvard. Fijaron la fecha para
el 16 de octubre de 1846. El paciente tenía
un enorme tumor de la glándula submaxilar
que debía ser extirpado. Una vez dormido el paciente (Gilbert Abbott), procedió el
doctor Warren a realizar la incisión, fue
grande la sorpresa de todos al ver que el
paciente no se defendió durante la cirugía y
que se pudiera terminar el acto quirúrgico
sin que hubiera indicios de dolor. El doctor James Young Simpson,
ginecólogo de Edimburgo, supo del
descubrimiento de otro compuesto,
conocido con el nombre de cloroformo. La reina Victoria aceptó
el uso del cloroformo de Simpson en abril
7 de 1853 durante el nacimiento de su 8o.
hijo, el príncipe Leopoldo. Fue atendida
por James Clark y fue su anestesista John
Snow (1813-1857). A este último también
se le atribuye el haber descrito los signos
clínicos de la profundidad anestésica.
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Fue el doctor Arnoluckhardt de
Chicago quien, al enterarse del efecto del
etileno sobre los claveles, se interesó en
estudiar este gas en animales y más adelante
en humanos.
El éxito obtenido con el etileno y
tal vez movidos por un sentimiento de
rivalidad motivó a los doctores Henderson,
Lucas y Brown para encontrar un
anestésico superior al etileno; de esta forma
aparece un gas que ya era conocido por
los químicos desde el año 1882 y es el
ciclopropano. El descubrimiento del éter divinílico
estuvo a cargo del doctor Chncey D. Leake,
profesor de farmacología en la Universidad
de California; fue empleado en la práctica
de la anestesiología aproximadamente en
el año de 1931.
Por muchos triunfos que consiga la mente,
por muchos dones que enriquezcan la humanidad,
no habrá en el transcurso de los siglos
una hora más dulce que aquella
en que la esperanza, la duda y el temor
contemplaron, en medio de profundo silencio,
a un cerebro audaz decretar
con voluntad casi divina
la muerte del dolor.
WEIR MITCHELL
1896
ver tambien: http://www.csen.com/historia.pdf